Del I Congreso de la Sociedad Asturiana de Hipertensión celebrado en Oviedo en las postrimerías del pasado año, interesa enfatizar el aspecto práctico de algunas de ellas:
Se puso de manifiesto la importancia de controlar a los individuos con una presión arterial normal-alta, ya que presentan una mortalidad mayor a medio plazo que quienes disfrutan de una presión considerada óptima, es decir, inferior a 130/80 mm Hg. Merece la pena tener en cuenta que, de ese grupo de individuos, la mitad desarrollarán hipertensión en un plazo de cuatro años con el consiguiente riesgo vascular.
De ahí la importancia de realizar un control precoz, al menos, una vez al año. La presión del pulso se consolida como el mejor marcador de riesgo cardiovascular por encima de la presión sistólica y de la diastólica. Es un hecho demostrado la conveniencia de que los pacientes hipertensos dispongan de aparatos para medir la presión en sus domicilios y reducir así los falsos positivos derivados de la «HTA de bata blanca», evitando así prescripciones incorrectas de fármacos antihipertensivos.
Se insiste una vez más en la utilidad de disminuir la presión sistólica en ancianos, enfatizando la dificultad que supone conseguir cifras inferiores a 140 mm Hg. El hipertenso diabético presenta un riesgo vascular elevado, por lo que requiere un abordaje integral de su patología. Según las nuevas pautas, es necesario disminuir aún más las cifras de presión arterial en este tipo de pacientes, frente a los niveles hasta ahora admitidos.
En este sentido, las nuevas exigencias referidas al control de la tensión arterial en el diabético se concretan en lograr cifras inferiores a 130/80 mm Hg. Finalmente, se encara el futuro con optimismo al preconizar el abordaje conjunto de todos los factores de riesgo vascular, lo que probablemente conduzca a un nuevo replanteamiento de las estructuras de las diferentes sociedades científicas implicadas, lo que sin duda conducirá a una integración de las mismas con un sentido mucho más práctico que el actual.